Querido Presidente Wilson,
Es de igual manera con emociones mezcladas que le envío mi “carta de regreso a casa.” Mientras estaba refleccionando en las cosas que he aprendido y las experiencias que he tenido, he sentido tanto amor y gratitude por mi Padre Celestial for haberme dado la oportunidad de servir como misionera de tiempo completo.
Por medio de las experiencias de mi misión, he llegado a tener un mejor entendimiento de como my Padre Celestial me habla y me ama. El verano antes de que empezara la misión, cuando todavía estaba tratando de decidir si debería servir o no servir, sentí que no podía recibir una respuesta. Oraba y oraba para saber si una misión era lo correcto para mí. Por fin, entregue mis papeles misionales sin sentir que hubiera recibido una respuesta, solo sabiendo que una misión era algo bueno y que yo quería hacerlo. Muchas veces en la misión he orado y buscado una respuesta a través de mis sentimientos sin recibir nada. Me he dado cuenta de que mi Padre Celestial normalmente me habla por medio de mis pensamientos.
Desde ese momento, he tenido muchas experiencias revelatorias. A veces, pensamientos vienen a mi mente que son bien claros y bien poderosos que se que no vinieron por mí misma. Por ejemplo, estaba lavando platos un día en mi apartamento y la impresión vino a mí que necesitaba cambiar mi carrera a algo diferente de que estaba pensando. Otro día estaba orando y el pensamiento vino a mí que necesito vivir con mi hermana mayor, no con mis padres, cuando regreso a casa. Esos pensamientos de luz no los recibo cada día, pero bastante para que reconozca un patrón en la manera en que mi Padre Celestial me revela Su plan.
Me encanta la escritura en Romanos 8 que dice, “Por lo cual estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá apartar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro.” No siempre puedo sentir eso derramamiento de amor, pero he sentido lo que se explica en DyC 121:33: “?Qué poder hay que detenga los cielos? Tan inútil le seria al hombre extender su débil brazo para contener el rio Misuri en su curse decretado, o volverlo hacia atrás, como evitar que el Todopoderoso derrame conocimiento desde el cielo sobre la cabeza de los Santos de los Últimos Días.” Sé que Dios me ama porque El me habla a mí en un sentido muy personal y derrama conocimiento sobre mi cabeza en una manera que yo puedo entender y recibirlo.
En la mission, tambien he aprendido que significa ser feliz. En Predicad mi Evangelio, dice que mas felicidad que nunca jamás he experimentado me espera en la misión. Antes pensaba que eso significaba que no tendría desafíos y que la felicidad vendría con facilidad. Mi misión ha sido una experiencia gozosa, pero mas importante, me ha ensenado como ser feliz aun en desafíos y desdicha. Ahora se que el gozo real y duradero viene por concertar y guardar convenios.
Antes de la misión, no creo que hubiera podido explicar de que Evangelio de Jesucristo siginifica tener fe en el, arrepentirse, concertar y renovar convenios bautismales, seguir los susurros del Espiritu Santo, y perseverar hasta el fin. Se que gracias a la expiación de Jesucristo, al vivir su evangelio me traerá felicidad en cada situación. Han pasado muchos momentos en la misión donde he sentido agobiada o sin fuerzas para continuar. Ahora, al final de la misión, Me siento sorprendida por todo lo que he logrado. Sé que no hubiera podido hacerlo por mi misma.
También siento que mi misión ha aumentado la calidad de mi vida. Antes, me gustaba ir a la iglesia, leer las escrituras, levantarme temprano, planear, hacer ejercicio, conocer a la gente, etc. Ahora, me enctantan todas estas cosas! También aprecio mas las cosas que he sacrificado, especialmente la familia. Aun hay algunas cosas que antes no me gustaban pero ahora me gustan! Por ejemplo, abrazar los momentos incómodos. Me siento muy bendecida que me fue dada la oportunidad de servir!
La última cosa que he aprendido en mi misión (o por lo menos que estaré compartiendo en esta carta) es como ser osada. Antes de la misión, yo estudie español por dos anos en la secundaria y tres semestres en BYU. Cuando entregue mis papeles, cada quien pensaba que iba a servir hablando español. Mi bendición patriarcal también implica que tendré la oportunidad de aprender un idioma en mi misión. Cuando fui llamada a servir hablando ingles, estaba desanimada pero dispuesta a servir en cualquier lugar y en cualquier manera. Todavía, mi Papa y mi maestra de español me prometieron que tendría yo la oportunidad de hablar español. No les creían porque pensaba que no había muchos hispanos en Virginia.
Bueno, después de algunos meses le dije que quería hablar español en mi misión. Para ser honesta, pensaba que se le habían olvidado y yo decidí que nunca iba a pasar. Pero, mi entrenadora la Hermana Olsen era buena y mi inspiro a seguir estudiando español mientras ella estudiaba portugués para el estudio del idioma. Durante mi próxima entrevista con usted, me informo de que iba a llegar a ser una Hermana en dos semanas! Había muchos momentos cuando me he preocupado si yo era demasiada osada en hacer que pasara o si aquel cambio era lo que mi Padre Celestial quería para mi misión. Luego, algo que dijo en la Reunión de las Hermanas me impacto: “Si te sientes como si fueras una piedrecita en la playa, trates de ser a ‘little bolder’!” Lo relacione con mi bendición patriarcal. Muchas bendiciones maravillosas me han sido prometidas, pero sé que no pasaran a menos que me prepare para ser digna de ellas y busque osadamente oportunidades para cumplirlas.
Yo estoy tan agradecida que pude servir como una Sister y una Hermana. Ambos llamamientos me ayudaron a aprender a ser osada. Es muy fácil hablar con todos porque siento confianza en predicar el Evangelio en ingles y en español. Yo sé lo que significa hablar con todos. He amado ser misionera y espero también disfrutar encontrando a personas para ensenar después de la misión. Yo tengo un testimonio poderoso de que si yo hablo con todos, Dios pondrá personas en mi camino porque El sabe que puede confiar en mí.
Para la mayor experiencia misional que he tenido, tuve la oportunidad de ayudar a un niño de 10 años se llama Robert a bautizarse cuando estaba sirviendo en Stafford con las Hermanas Peñaloza y Clark. Su abuelita era miembro, pero sus padres no. Su abuela lo llevaba a la iglesia cada semana y él quería bautizarse. Todos los miembros de la Rama nos desanimaban, diciendo que sus padres nunca iban a conceder. Un día, sentimos inspiradas a visitar a sus padres y pedirles por su opinión. Pasamos por la casa y el papá estaba afuera lavando su carro. Empezamos a platicar con él sobre eso y explicó que sentía que Robert era demasiado joven y que no sabía bastante. Le ayudamos al papa a entender nuestro propósito como misioneras para ayudarlo y prepararlo para el bautismo. ¡Él estaba de acuerdo y pusimos una fecha bautismal para Robert al final del mes!
Al mismo tiempo, la abuela de Robert empezó a trabajar en limpieza en un hotel. Tenía que trabajar los domingos y no más podía llevarlo a la iglesia. Los padres no eran muy cooperativos y los llevaban a él y a su hermana en vacaciones otra y otra vez los domingos. Un domingo ayuné para que Robert pudiera venir a la iglesia. Conseguimos un transporte y les llamamos a los padres en la mañana para confirmar. Su papá dijo que ya tenían planes. ¡Mis compañeras y yo estaban muy desanimadas! Cuando llegamos a la iglesia, justo antes de empezar la reunión sacramental, ¡Robert llegó con su abuela! ¡Milagrosamente lo había recibido libre!
Como una semana y media antes del bautismo, todavía no habíamos podido ensenarle ninguna de las lecciones misionales. Los dos padres y su abuela trabajaban, y muchas veces él estaba fuera de la casa para estar cuidado por otras personas. No estábamos seguras si estaría listo a tiempo o preparado para guardar el convenio bautismal. Un día mis compañeras y yo decidimos pasar, y averiguamos que ¡su abuela había lastimado su hombro en el trabajo! Ella iba a tener permiso de no trabajar por algunos meses. ¡El Señor trabaja en maneras misteriosas! ¡En una semana le enseñamos todas las lecciones misionales y fue bautizado!
Eso era una de las mayores experiencias de la misión porque tenía que depender de mi Padre Celestial y confiar que prepararía un camino para que Robert pudiera bautizarse. También estaba impresionada con la fe de Robert. Aunque no teníamos reuniones continuamente con él el mes antes de su bautismo, estaba leyendo en el Libro de Mormón casi cada día. En su bautismo, su mama menciono que su diligencia en leer las escrituras cada día le convenció dejar que se bautizara.
¡Muchas gracias, Presidente Wilson, por todo lo que ha hecho para que pudiera tener esas experiencias de aprendizaje! Me siento humilde por haber tenido la oportunidad de servir in la misión de Virginia Richmond. Estoy triste de regresar a casa, pero animada por la nueva persona que soy y lo que el Señor tiene para mi vida después.
Con mucho amor,
Hermanita Sarah Crandall